¿Dónde estamos?

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el primer brote de la enfermedad producida por el coronavirus COVID-19 fue notificado en Wuhan (China) el 31 de diciembre de 2019, expandiéndose en semanas, desde un mercado de animales salvajes en China, a todo el mundo. Hasta el 15 de junio de 2020, se contabilizaron casi 8 millones de casos en el mundo y casi 4,300 mil muertes. (Organización Mundial de la Salud, 2020).
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el primer brote de la enfermedad producida por el coronavirus COVID-19 fue notificado en Wuhan (China) el 31 de diciembre de 2019, expandiéndose en semanas

Breve acercamiento a las nuevas tendencias en tecnologías de la comunicación. Una visión tras la crisis del COVID-19 (PARTE I)

El ser humano desde su aparición hace aproximadamente 2,5 millones de años, se ha enfrentado a un sin número de obstáculos los cuales sortea para mantener su existencia en esta tierra. Es así como desde el paleolítico, el homo erectus ha logrado superar sus limitaciones y expandirse por todo el planeta, un lugar bello y adverso. La conciencia de percibir lo que existe y esa búsqueda de encontrar respuestas a la realidad a la que se enfrenta, ha generado en nuestra raza diferentes atributos, acciones y relaciones. “La conciencia es acción viva, es decir, teleológica, dirigida a un fin” (Orbaugh, 2015) que sirve para algo que asegure la supervivencia, es decir, conocer evaluar y actuar.

El conocimiento de la realidad y la conciencia de la misma, es por supuesto, un proceso interminable. Con esto no pretendo levantar un muro definitivo que coarte el interés por profundizar en el estudio de los hechos de la realidad, que parten de un todo y “una apropiada visión del mundo, adecuada a nuestro tiempo, es uno de los factores básicos necesarios para conseguir la armonía del individuo y de la sociedad, con ese todo” (Boham, 1973), hoy más que nunca el llamado “efecto mariposa”, es más evidente ante nuestros ojos.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el primer brote de la enfermedad producida por el coronavirus COVID-19 fue notificado en Wuhan (China) el 31 de diciembre de 2019, expandiéndose en semanas, desde un mercado de animales salvajes en China, a todo el mundo. Hasta el 15 de junio de 2020, se contabilizaron casi 8 millones de casos en el mun­do y casi 4,300 mil muertes. (Organizacion Mundial de la Salud, 2020). Unido a lo anterior, la humanidad no solo tiene que lidiar con la crisis sanitaria, si no con sus efectos en la economía, duros golpes a corto y largo plazo, que avizoran un panorama sombrío en ¿cuánto durará la crisis? y ¿cuál es la mejor forma de lograr una recuperación?  Lo cierto es que debe de ser rápida y contundente para aminorar los efectos negativos.

Las estimaciones más optimistas luego del estallido del COVID-19 preveían que la tasa de crecimiento de la economía mundial disminuiría al 1,0% o menos. A medida que la pandemia se fue extendiendo, las previsiones fueron reduciendo el crecimiento esperado. (CEPAL Comisión Económica para América Latina , 2020). Para América Latina los datos no son más alentadores. El informe especial acerca del COVID-19 de la CEPAL, (Comisión Económica para América Latina) preveía que la región crecería un máximo del 1.3% en el 2020, pero a partir del desarrollo de la pandemia, pronosticó una caída en el PIB de 3 o 4%, inclusive más en algunos países.

Incluso antes de la pandemia y de las medidas tomadas por los gobiernos para mitigarla, la situación social de Latino América se estaba deteriorando, como lo indican los índices de pobreza y pobreza extrema en la región, (CEPAL Comisión Económica para América Latina, 2020) haciendo más evidentes los problemas en los sistemas de salud, la educación, el empleo así como para las micro, pequeña y mediana empresa. La pandemia generada por el virus del COVID-19 es la prueba de esfuerzo para la sociedad global contemporánea y especialmente para la región de Latino América, debido a su naturaleza brutal y masiva, siendo una verdadera sorpresa estratégica para todos los sectores, llevándonos a una verdadera reflexión de la famosa frase “El batir de las alas de una mariposa puede provocar un huracán en otra parte del mundo”, evidenciando lo conectadas que estan las sociedades.

Es un hecho de la realidad que la interconexión proporcionada por las nuevas tecnologías de la comunicación, es creciente y une más a las personas. Hoy existen ya “4.500 Billones de usuarios de Internet en todo el mundo y de estos 3,800 Billones de personas están en las redes sociales”. (Hootsuite, 2020). Varios de los sectores disminuyeron el impacto negativo de la pandemia, debido que movieron sus modelos de negocios y aplicaron estrategias digitales.    Derivado a ese acceso a las nuevas tecnologías y en particular al Internet y las redes sociales, sectores profesionales y de la educación, pudieron sostener la comunicación y continuar sus actividades, pero existen sectores que con poco o casi nulo acceso al Internet, se están viendo relegados. Las desigualdades entre grupos sociales resaltaron los problemas socio económicos que poseen los países, pero esta pandemia también es una oportunidad para iniciar acciones necesarias para alcanzar un modelo de desarrollo sostenible e inclusivo, no solo porque existan políticas adecuadas a la realidad de las personas a incluir, si no la disposición de estas a ser incluidas. “Como sucede con cualquier cambio tecnológico trascendental, los individuos, las empresas y las instituciones que lo experimentan en toda su intensidad se sienten abrumados por él, debido a que desconocen cuáles serán sus efectos”, (Castells, 2013) y la pandemia generada por el virus COVID-19 es una prueba de fuego para los países y las personas que quieren ser incluidos en esta ola tecnológica, capacitándose y abriendo espacios para la inclusión real a esta “nueva sociedad red”, oportunidad que no se debe dejar escapar

Nuestro mundo actual es complejo, la comunicación y los flujos culturales traspasan cada vez más las fronteras y posibilitan que las culturas estén al alcance de todas las personas, permitiendo la expresión y comunicación del conocimiento. En el libro 21 lecciones para el siglo XXI de Yuval Harari, se plantea la tesis de que “los humanos, de forma individual, saben vergonzosamente poco acerca del mundo y que nos basamos en la pericia de otros para casi todas nuestras necesidades”. (Harari, 2018) Eso es correcto, pero es una visión fragmentada, nunca en la historia del homo sapiens se ha tenido la posibilidad de acceso a tanto conocimiento y de las más proliferas mentes de cualquiera de las áreas de la ciencia y eso es gracias al Internet, y para nada es irrelevante ese acceso a la información.

En la actualidad el Internet es uno de los factores clave en la dinámica de la economía mundial y durante la pandemia del COVID-19 esto se vuelve evidente, por lo que no es permisible quedase atrás o dejar a alguien rezagado, a menos que así lo desee. Solo de enero a marzo 2020, Más de 13 millones de tarjeta habientes Visa hicieron una transacción en comercio electrónico por primera vez en su vida, lo cual representa hasta un 14% del total de cuentas activas de Visa en Latino América (Gadgerss, 2020)

Las empresas de tecnología y de servicios de conectividad juegan un papel primordial dentro de este conjunto de factores que llamamos modernidad, y el interés por alcanzar a ese casi 40% de la población mundial que aún no está conectada, no es por su buen corazón, si no por motivos meramente mercadológicos. Esto no quiere decir que el capitalismo digital no tenga oposición, los gobiernos también quieren un tajo del pastel y en los últimos años, ha sido con regulaciones e impuestos a la implementación de servicios, la forma de salir beneficiados.

Los gobiernos rivalizaban con las empresas de tecnología y servicios de conectividad para fijar entre ellos “las reglas básicas del desarrollo de las industrias de Internet y las comunicaciones”, pero “las empresas recurrieron a la intervención política, esperando así lograr lo que no habían conseguido mediante la interacción en el mercado privado” (Schiller, 2013),  

Es correcto que el ingreso de las nuevas tecnologías, mejoran la calidad de vida de las personas, pero sería ingenuo pensar que a medida que avanzamos, nuestros dilemas intelectuales serán más llevaderos. Nos enfrentamos a más prácticas, a más infraestructuras, a más técnicas para crear, manipular y diseminar información. Por lo que es primordial la reflexión acerca de ¿Qué nos depara este mundo tecnológico? ¿Cuáles son las tendencias, tras la experiencia del COVID-19?

Imaginar un mundo futuro, es uno de los temas principales de la ciencia ficción, la pregunta de ¿que vendrá? es algo que nos deja sin sueño y en materia de nuevas tecnologías de comunicación, la reacción es básicamente la misma, una mezcla entre incertidumbre, ansiedad, miedo y suspenso, pero como diría la frase atribuida a Niels Bohr premio nobel de física en 1922, “Predecir es muy difícil, especialmente si es sobre el futuro”.

La crisis del COVID-19 reformula el panorama mediático y surgen posibles tendencias en el post coronavirus y las formas de reapertura y salida del confinamiento, será la primera decisión trascendental para gobiernos, empresas e individuos. Por un lado, el riesgo de un nuevo brote con nuevos contagios y por el otro los costos económicos que implica continuar confinados. Una estrategia para los países de Latino América, cuyos efectos del COVID-19 llegaron semanas después de los brotes de Europa y Estados unidos es readecuar sus estrategias de reapertura a las condiciones de la región.

La tesis de Stephen Walt, profesor de asuntos internacionales de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la universidad de Harvard plantea que “El COVID-19 también acelerará el cambio de poder e influencia de Oriente a Occidente”. Tiene que ser tema de reflexión para los líderes de la región, para una re apertura adecuada, aunque no hay que olvidar que “La respuesta en Europa y E.E.U.U. ha sido lenta y desordenada en comparación con China, Corea del Sur y Singapur y puede dejar algunas dudas. Pero el comportamiento de Europa no fue mejor que el de Estados Unidos y China”. (Tertrais, 2020) por lo que Latino América debe de voltear a ver las dos propuestas, pero “tropicalizar” la propia.

Si bien es pronto para evaluar la totalidad del impacto del coronavirus en los diferentes sectores, se pueden vislumbrar algunas tendencias que adaptan de alguna forma la variable “COVID-19” y explorarlas podría de alguna manera minimizar los posibles efectos adversos o aprovechar oportunidades para los negocios. Hace algunos meses se trataba de pronosticar que ¿veríamos en el futuro? y si la ciencia ficción nos haría volar la cabeza, y ¿que sucedió? La ciencia ficción de hoy nos enseña a lavarnos las manos. Pero no hay que ser tan fatalista y espero compartir algunas reflexiones acerca de nuevas tendencias para el futuro próximo, Tendencias que abarcaré en un artículo la próxima semana.

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