En tiempos de #Covid-19

¡Qué bueno que hay Internet!

En estos tiempos, sería bueno reflexionar ¿qué haríamos si no existiera el Internet? La verdad es que en muchas esferas, el Internet nos ayuda a sobre llevar el contexto que nos toco vivir.

Los que vimos avanzar su desarrollo, nos burlábamos de las actuales generaciones diciendo que serían unos “inútiles”, el día que faltara Internet. La verdad es que, en muchas esferas el Internet nos hace pasar de un estado de insatisfacción, a otro de menor insatisfacción, ayudándonos a sobre llevar el contexto que nos ha tocado vivir.

Manuel Castells Oliván, reconocido sociólogo, economista y profesor universitario español, en su artículo, “El impacto de Internet en la sociedad: una perspectiva global”, concluye que el Internet es la tecnología decisiva de la era de la información, sobre todo con el surgimiento de las tecnologías inalámbricas. Esto genera incertidumbre en cuanto los usos y efectos de esta tecnología en la sociedad. Según los datos del informe que We Are Social y Hoosuite, en enero de este año, más de 4.5 mil millones de personas, tienen acceso a Internet, esto es casi el 60% de la población mundial.  Con un crecimiento promedio de 7% anual, se pronosticó que en menos de 10 años todos estaremos en la red. Pero mientras eso ocurre, ¿Qué sucede con el 40% de la población mundial restante? Que seguramente también son afectados por la exclusión. El mismo Castells en su libro “La sociedad red” nos recuerda que: “la disparidad entre los que tienen y no Internet, amplia aún más la brecha de desigualdad y exclusión social”.

¿Un acto benevolente inició todo?

Los usuarios de Internet, están creando nuevas formas de interacción social, nuevos procesos que ocurren dentro de una realidad.  El conocimiento es darse cuenta de la identidad de las cosas, y Castells supone que esta expansión de Internet fue la combinación de tres factores: (a) El descubrimiento de la WWW su código abierto, que podemos identificar como un acto benevolente. (b) El cambio institucional en la gestión de Internet, que permite sus usos comerciales, generado en parte por el mercado y (c) los cambios significativos en la estructura, la cultura y la conducta social, de parte de la propia axiología humana, en especial la comunicación como forma predominante de organización y con tendencias a una cultura de autonomía e individualismo.

De los factores anteriores el primero reconoce la importancia de la academia, del esfuerzo, el estudio y la dedicación de personas que tratan, con su trabajo, solucionar los problemas de su cotidianidad. Tim Berners-Lee necesitaba no perder tiempo en la búsqueda de resultados de experimentos anteriores, dentro de su trabajo en los laboratorios CERN en Suiza.  Problema que poco a poco lo llevó a la World Wide Web y sí, “hemos llegado a ver más lejos porque nos subimos a los hombros de gigantes” parafraseado a Isaac Newton.

Los puntos b y c, se desarrollan casi al mismo tiempo. La aplicación de la objetividad de los hechos de la realidad, sin falsearla y a causa de prueba y error logramos avanzar y ser productivos como sociedad, creando bienes demandados por la misma. La creación de valores ya sean bienes o servicios hacen una sociedad productora de riqueza.

En resumen, según Castells, “avanzamos hacia una sociedad de individuos asertivos y con libertad”. En este escenario, irrumpen las redes sociales que terminan de configurar un mundo en todas sus estructuras, ya que hoy, las actividades en Internet pasan principalmente por las redes sociales.  El hombre es libre en tanto pueda actuar, sin estar a merced de decisiones arbitrarias de otros. El éxito de Internet se ha basado en salvaguardar esta autonomía y en la imposibilidad de un aparato de gobierno capaz de regularlo, aunque hay que decir que muchos gobiernos lo han intentado.

¿Son las leyes del mercado las que también actúan en el Internet y las redes sociales?

La realidad es una, pero en ocasiones se escucha decir que existen dos realidades: “la real” y “la virtual”. El Internet es solo una parte de esta única realidad. La realidad es que existe el Internet y dentro de él, existe también el intercambio de una variedad de productos:  comunicación, entretenimiento, educación, etc.  Muchas veces a cambio de unos dólares, pero sobre todo a cambio de, datos. Ahora, es importante que en una negociación ambas partes aumenten su riqueza. Considero que dentro de esta ecuación también existe el tema de la responsabilidad individual del usuario. Internet ha materializado la cultura de la libertad. La libertad trae arrastrando el valor de la responsabilidad que es, saber responder adecuadamente y ser consciente de ser la causa de los actos propios. Por lo que ahora nace la pregunta, ¿ser un usuario del Internet y las redes sociales aumenta mi riqueza? ¿aporta algún valor a mi vida?

Aunque pareciera una idea antigua, Castells evidencia una marcada tendencia del Internet a generar una cultura de autonomía e individualismo. Pero, ¿a qué tipo de individualismo y autonomía se refiere? En el inicio de las redes sociales, varios estudios indicaban que el uso de ellas produciría seres humanos retraídos y ensimismados, totalmente desconectados de la realidad. Hoy paradójicamente la vida virtual es más social que la física por así decirlo. La comunicación se abrió, de las personas del barrio o ciudad, a todo el mundo, La globalización 3.0 de la que nos hablaba Thomas Friedman en su libro, “La tierra es plana”.

Hoy interactuamos con personas con las que se comparten similitudes en intereses, gustos y preferencias y los motores de búsqueda los reconocen como, audiencias.  No es una persona, son micro públicos que responden a determinados valores e intereses que los pueden llevar a generar movimientos sociales que busquen cambiar las mentes de otros individuos. Movimientos políticos que buscan modificar las leyes o solicitar privilegios para el grupo, ante la sociedad o un gobierno.

Al final, el ser humano seguirá siendo un ser social y se beneficia de eso. De esta idea y de la colaboración y contribución de conocimientos de las personas, nace lo que Castells considera como, autonomíaHoy casi el 60% de la población mundial tiene la posibilidad de acceder al conocimiento en varias áreas, a través de Internet, gracias a plataformas como Domestika, Coursera o Khan Academy, por decir algunas. Se tiene la oportunidad de adquirir nuevas capacidades y a la vez podemos contribuir al desarrollo de las capacidades de alguien más. Eso nos hace autónomos, del tiempo, del lugar o del idioma. Cada vez la posibilidad de “hacer comunicación”, como el ejercicio de compartir el significado mediante el intercambio de información, es más fácil, como nunca antes en la historia.

Las relaciones de poder.

Hacemos publica la información y dentro de este espacio “publico” se libra la batalla por la mente humana por las ideas de los individuos. El poder se juega dentro del terreno de la comunicación y como dice Castells, “La trasformación de la comunicación también modifica el proceso de cambio social”. El Internet, la oferta y la demanda, han dejado de lado a los intermediarios y los controles gubernamentales y corporativos de las comunicaciones. Pero no me deja de dar vueltas la idea que, dentro de esta obra teatral, existan actores interpretando varios papeles. Políticos que a su vez son dueños de empresas proveedoras de Internet, agencias de publicidad que hoy, pautan mensajes e ideas gubernamentales en las diferentes plataformas digitales y mañana lo hacen con mensajes de activistas sociales, no lucrativos; educadores enseñando ideas de izquierda, pero consumiendo artículos y servicios como buenos capitalistas. En este juego de poder, “no se colocan los huevos en una solo canasta”. Recordemos que la cultura está viva y que el contexto cambia constantemente.

El hecho es que la tecnología es cultura material y está claro que sin el Internet no experimentaríamos el enorme desarrollo de las conexiones, fundamento de la estructuración de cambio social y de los aspectos de la vida social actual. Yo diría, ¡que bueno que hay Internet! 

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